Experto e impulsor de la Responsabilidad Social y la vida con propósito. Fundador del Movimiento Iberoamericano de Responsabilidad Social
Los acontecimientos mundiales, empresariales, políticos y sociales de los últimos años han puesto en prueba a las empresas de formas muy diversas, lo que ha ido poco a poco transformando profundamente la forma en que vemos a la empresa y a las marcas. Pero también sin duda la forma en que la empresa se debe desenvolver.
¡Aquellos modelos convencionales que demandaban a la empresa cumplir con sus obligaciones legales, brindar productos o servicios de calidad a un buen precio y nada más! Están cada vez más lejanos, y algunas empresas han sabido hacer lectura correcta del nuevo entorno. Sin embargo hay sigue viendo todo este fenómeno como una moda pasajera, una forma más que la sociedad se inventa para presionar a las empresas! Nada más fuera de la realidad que esto.
Se está dando en nuestra sociedad y en el contexto empresarial una revolución que está transformando profundamente los principios en los que se deben de hacer los negocios, en cómo se gestionan las organizaciones, en su relación con sus diferentes públicos y en cómo se vincula con el medioambiente. Hoy las corporaciones deben ser capaces de mostrar su desempeño frente a los desafíos sociales y globales más preocupantes.
Cada vez es más difícil encontrar un sector que no hable de su responsabilidad social y de lo que hace para ser más sostenible. Pero también no debemos confundirnos, pues del discurso al hecho… pues si efectivamente: hay mucho trecho. Hay una diversidad de realidades que coexisten donde todo mundo determina sus propios estándares de compromiso y actuación. Es entendible pues, cada quien entiende el tema como puede, o quiere.
Esto hace unos años era suficiente, pero también el público a evolucionado, está cada vez más informado y es por tanto más exigente en cuanto a lo que espera de cada empresa y está dispuesta a sacrificar su compra, sin la empresa no concuerda con sus valores y visión del Mundo.
Hoy las generaciones más jóvenes están dispuestas a levantar la voz, para exigir claramente que es lo que desean de sus marcas, y de encontrarlos en integrar fielmente sus comunidades. Una especie de reclutamiento social empresarial: donde el propósito de las marcas y de la empresa es un LLAMADO que convoca a todo aquel que comparte su visión, filosofía y forma de actuación sean clientes, proveedores, colaboradores o inversionistas. La empresa se convierte en una comunidad de elección, solida y solidaria entorno a principios implícitos (y explícitos) compartidos entre todos.
Así como las revoluciones levantan adeptos dispuestos a tomar la lucha como suya, así millenials y generación Z y muchos otros ni tan perdidos están descubriendo que si pueden ellos elegir el tipo de consumo que hacen, el tipo de empresas que quieren de vecinos, el tipo de proyectos en los que están dispuestos a invertir, y en el que quieren poner su trabajo y talento. Es una r-evolución virtuosa por que no hay una lucha armada, dónde el enemigo a vencer son las prácticas arcaicas que ponían el producto del trabajo y los negocios en manos de pocos, donde la responsabilidad de las empresas se limitaba a generar riqueza para los accionistas y cumplir con lo que exige la ley, con generar empleos y dar un servicio con un precio competitivo y calidad razonable.
Esta r-evolución está trayendo consigo una silenciosa transformación de la empresa y la sociedad. Donde todo se reconoce interconectado, donde se privilegian los objetivos a largo plazo que sean capaces de generar valor para todos, que se reflejen en mayores niveles de bienestar para la gente y un uso racional de los recursos siendo respetuosos del medioambiente y de lo que es relevante para las comunidades en donde operan.
Pero esta lucha, tiene que dar pasos definitivos. No podemos, ni debemos aflojar el paso. Temas como el cambio climático, la seguridad sanitaria, la equidad de género, la inclusión social en los negocios y los 17 objetivos de desarrollo sostenible son solo algunos de los temas que tienen alarmas en rojo, advirtiéndonos de la urgencia de hacer algo. La empresa aún siendo muy criticada y señalada por cuidar solo de sus propios intereses, es la institución social más efectiva de los últimos siglos, no solo es la que ha demostrado ser capaz de generar riqueza, de crear sostenidamente innovación, de impulsar el desarrollo. La empresa debe de aprender de lo que se le ha señalado, aprender de sus crisis, entender las demandas y expectativas de la gente. Entender que la empresa es por la gente, gracias a la gente y para la gente. Las personas deben estar al principio, en medio y al final de todas sus decisiones.
Hoy hago un llamado a aquellas empresas que hace tiempo fueron visionarias, incorporando prácticas sostenibles y responsables a su actuación. A que no quiten el pie del acelerador, lo que han logrado ha sido importante pero la sostenibilidad no es un punto al que se llega, es un camino permanente por el que debemos transitar para alcanzar nuestros más grandes objetivos.
Quienes aún no se han decidido, esta es la última llamada. Quizá la ultima oportunidad de llevar su negocio a un siguiente nivel, uno muy superior que le permitirá alzar la mira hacia horizontes más amplios y escenarios más grandes y significativos por conquistar. Hoy todavía estarán en posibilidades de hacerlo de forma voluntaria y a su propio ritmo, antes de que sea esto una exigencia social o incluso legal para poder operar, con todo lo que esto puede implicar.
Cada vez significará un mayor costo para la empresa no hacerlo, costo económico al perder inversiones y ventas, un costo social al perder la confianza de sus clientes, un costo de talento al no ser capaces de atraer o retener a los más talentosos y mejor calificados, y todo eso que pierdan lo ganaran quienes están entendiendo el nuevo contexto y siendo capaces de actuar en consecuencia.
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